Las hormigas blancas (Fernando Savater).
" Ya
conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en África levantan
impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la
piedra. Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la
coraza quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve
de caparazón colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas
que ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se derrumba, por culpa
de un riada o de un elefante (a los elefantes le gusta rascarse los
flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). Enseguida, las
termitas-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada
fortaleza, a toda prisa. Y las grandes hormigas enemigas se lanzan al
asalto. Las termitas-soldado salen a defender a su tribu e intentan
detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden
competir con ellas, se cuelgan de las asaltantes intentando frenar todo
lo posible su marcha, mientras las feroces mandíbulas de sus asaltantes
las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se
ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran
dejando fuera las pobres y heroicas termitas-soldado, que sacrifican sus
vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla, por
lo menos? ¿No es justo decir que son valientes?
(…)
A diferencia
de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y
elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos
parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos
parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos
equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas
no suele pasarles. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que
hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita
acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si se prefiere, es a lo que
llamamos ética. "
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